La llave

silvialbuja
3 min readJun 3, 2019

--

(Diario)

Photo by congerdesign on Pixabay

Un día, mientras buscaba la llave para abrir la puerta de mi casa, escuché desde el fondo del oscuro pasillo:

— Buenas noches.

Sintiendo un vacío en el estómago, paralizada de miedo, regresé a ver nerviosamente y con voz torpe respondí al saludo.

Esa misteriosa voz fue la de mi vecina. Una pequeña abuela, de rostro redondo, ambiguo, dulce pero escabroso, de cabello blanco y ojos saltones; al más puro estilo de Dobby el fiel amigo de Harry Potter. Algunos días me sorprende sentada en la escalera con mirada perdida, con su bata de flores, en medio de la oscuridad.

Una noche volvía contenta de callejear por la ciudad, tomé el ascensor como de costumbre, y al pararme frente a la puerta de mi departamento, abrí mi mochila y sentí un vuelco en el estómago.

Con taquicardia en el pecho, manos sudadas, respiración acelerada, lo revolví todo. Me zambullí en el mar mediterráneo de mi morral. Rebusqué entre, billetera, monedero, clínex, gel antibacterial, gafas, crema de manos, kit “restaurador” de maquillaje, espejo, libro, botellita con agua, bufanda, gorro, guantes, llaves varias y la de mi casa ¡no estaba!

Tomé aire una vez más y nuevamente me metí al fondo de mi bolsa de Doraemon, esperando que la magia ocurra y que la costosa, gigantesca, llave verde aparezca en medio de todos esos artículos.

Como la ley de Murphy y las perversidades del universo son inevitables, revisé la batería de mi teléfono y estaba por terminarse. Llamé como novia intensa a mi compañera de piso, le envíe mensajes por Whatsapp, SMS, Facebook, Instagram, Twitter, señales telepáticas y nada.

Con profundo pesar arrastrándome como zombi en pena, fui a una cafetería para no quedarme en la calle pasando frío, torturándome con diálogos internos tales como: ¿Porqué no te concentras?, ¡Pon más atención!, y la pregunta más lógica: ¿Dónde vas a dormir?

Pensé que lo peor que podía suceder, sería dormir bajo un puente, pero también tenía la opción de adentrarme en la vida nocturna, irme de fiesta, tomar unos cubatas, conocer a alguien y que la noche termine siendo más emocionante y memorable de lo que hasta ese momento parecía.

Luego de un par de horas de espera, la cafetería empezó a cerrar y mientras la mesera se burlaba de mi cara de inmigrante angustiada y me pedía levantar los pies para pasar la escoba, poco a poco apagaban las luces, cuadraban la caja y levantaban las sillas.

Empecé a moverme en cámara lenta, recogiendo mi melancólico cuerpo imaginándome lo terrible que sería irme de fiesta y arrojarme a los brazos de la voraz noche valenciana. Pero justo en ese momento mi teléfono con 2% de batería sonó:

— Silvia ¿estás bien? acabo de ver tus llamadas.

— Me olvidé la llave dentro de casa.

— ¿Dónde estás?, voy para allá en quince minutos. Espérame en las escaleras.

— Perfecto donde la abuela — respondí.

Con mi cara de elfo y ojos saltones esperé sentada en el mismo escalón. Cuando se abrió la puerta del ascensor salté de la obscuridad a la luz. Al entrar a mi casa me tiré sobre mi cómoda cama. Agradecí tanto por tener una llave y una casa donde dormir.

Moraleja:

La paciencia es una virtud que se aprende. Simplemente respira, fluye, vive el presente que la noche siempre puede ofrecer un par de cubatas para hacerla memorable.

¿SABÍAS QUE?:

Sacar un duplicado de una llave en España puede costar entre 2 a 70 euros. Que un cerrajero se acerque a tu casa, unos 500 euros incluido IVA.

Si te gustó puedes seguir con el Mes 1: Colores de otoño

Sígueme en redes sociales: @sherpadelavida

--

--

silvialbuja

Acróbata de letras, navegante de la conciencia; contadora de cuentos, escribo lo que siento y veo. Amo lo que soy, haciendo lo que puedo. @meditaryescribir